Innovación y educación preescolar

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Mucho se habla hoy en día de la innovación. Desde empresarios hasta académicos acuñan dicha palabra para expresar la necesidad de transformación, invención, generación de nuevas ideas y proyectos que cambien las condiciones de un producto hasta los procesos al interior de una empresa y de una comunidad.

Innovar se ha vuelto un componente necesario a la hora de hacerse competitivos. Permite desarrollar nuevas estrategias, bienes y servicios que logran modificar conductas, facilitar una labor, solucionar un problema o posicionar un producto en mercados globalizados. Así pues, la innovación va más allá del término empresarial, aplicándose también en el campo de las humanidades y las ciencias sociales.

Para innovar se deben desarrollar mentes creativas, generadores de ideas que puedan ser materializadas. Personas con la capacidad de visionar soluciones a problemas reales que afectan su entorno. Para lograrlo es necesario fortalecer un pensamiento abstracto que permita vislumbrar mas allá de las fronteras y las limitaciones que se tengan.

Estas habilidades para innovar se generan desde la primera infancia, durante la etapa del preescolar. Si queremos ser una comunidad innovadora, es allí entonces, en la primera infancia, en donde se debe empezar por invertir los recursos públicos destinados al desarrollo de la innovación de una nación, rompiendo barreras de tipo económico que restringen la educación en esta primera etapa a unos pocos, a aquellos que cuentan con los recursos suficientes para pagar una educación privada que ofrece dichos beneficios.

La gran mayoría de nuestros niños solo acceden a la educación después de los 7 años, no cuentan con la etapa de la educación preescolar, perdiéndose este momento valioso en el desarrollo de mentes innovadoras.

Desde el sector público se debe buscar el equilibrio social que da el libre acceso a las oportunidades. Una manera de lograrlo es permitiendo tener una educación preescolar de calidad y de amplia cobertura, tanto en lo urbano como en lo rural.

El reto es empezar por las comunidades más vulnerables, excluidas actualmente de estos beneficios. Llevar a nuestros niños al jardín desde los tres años, garantizarles una buena alimentación y un ambiente seguro para que puedan crecer y desarrollarse. Ayudar desde temprana edad a formar seres creativos, sensibles y comprometidos con una realidad social, económica  y ambiental, para así tener mejores ciudadanos, libres y solidarios, verdaderos innovadores sociales.

Los resultados se verán años más tarde, cuando lleguemos a ver materializado en nuestra sociedad el poder de reinventarse  una y mil veces más, en pro de una sociedad moderna  y desarrollada, que le apueste al buen vivir de todos sus ciudadanos.

Por: Rodrigo Lara Sánchez – @Rodrigo_LaraS

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